1981

Cuatro libros uno de ellos de poesía, el único publicado por Umbral en este género; en los cuatro predomina el sexo, «último reducto de libertad».

23 F. Intento de golpe de estado en el Congreso de los Diputados, el coronel Tejero, pistola en mano, «¡Quieto todo el mundo!»; «¡Se sienten coño!». Concluye la Santa Transición.

Ediciones Olcades. Cuenca, agosto 1981. Colección César nº 1. Rústica tapa blanda con sobrecubierta 143 páginas 21 × 15. cm.

Cita. Y entero soy sólo mitad y mitad, / y siempre me decido por el de en medio. Gunter Grass.

Poesía.

 

Olcades, dirigida por Florencio Martínez Ruiz, era una editorial recién creada de ámbito local que hoy se mantiene; difícil explicar qué le llevo a Umbral publicar en Cuenca e imprimir en Tarancón su único libro de poemas, quizás sus amigos Meliano Peraile o Raúl del Pozo, conquenses de Madrid.

La gran pasión de Umbral en la literatura fue la poesía de la que fue inmenso lector y crítico. Cervantes en un terceto de «Viaje al Parnaso» reconoce su fracaso como poeta al decir, que la poesía fue, «la gracia que no quiso darme el cielo», algo parecido debió pensar Umbral que siempre se vio incapaz de hacer buenos versos, no se prodigó en este género.

Sesenta y cuatro poemas y textos poéticos seleccionados por el escritor en donde sobresale la tristeza; escasos los metrificados, muchos de Mortal y rosa, y otros de libros como, Diario de un escritor burgués, o Los amores diurnos. Temática diversa: el hijo en las páginas iniciales; el amor, siempre erótico y provocador, instalado en la imaginaria Leticia/Lutecia. Cierran el libro textos poéticos sobre la tía Josefina.

 

Indeleble

Hay sexos que perfuman como un bosque incesante, hay mares que transitan rojos por la vagina, hay sabores que dejan con palabra indeleble la presencia de un cielo más profundo y más negro.

Hacia tiempos dormidos, hacia sales o soles, hacia flores profundas el amor se encamina. Nadie ha dicho que el cuerpo, su sistema de sombras, tenga otras dimensiones que las acostumbradas, pero un juego de bocas, un encuentro indeleble, puede dar al recuerdo más agudas florestas. Los amantes, despacio, con cautela de ciegos, han cruzado sus cuerpos de destinos contrarios, y ahora las herramientas de la carne y la dicha tienen brillo de espada o calor submarino. Pero cuándo el encuentro, la total compañía, pero cuándo el espejo duplicado del cuerpo. Sólo cantan ahora las cautelas del sexo, sólo acuden las grutas inmediatas y rosa.

Se persigue el encuentro, se duplican las voces, se reposa en lo mismo con olvido y perfume. Nunca el sexo absoluto, el borrado guarismo, nunca un cuerpo enterrado en la luz de otro cuerpo. De momento, la dicha, la caliente batalla, se acelera en los cuerpos, se demora en las formas. Hay un falso sosiego, una paz, una espera.

Los amantes se aprestan a morir recitando.

 

Febrero

Muere el aire y alumbra luces del cielo roto,
pasa el mundo y resuenan mares donde no había,
vengo de los sepelios dulces de los amigos,
siento que la mañana llora como un difunto.
Nada de lo que digo queda en el aire escrito,
todo lo borra el agua ciega de la memoria
y un escuadrón de sombras, altas como febrero,
llenan las magnitudes íntimas de mi vida.

Quedo, pues, en silencio, urna de lo distante,
tomo papel y escribo nombres desconocidos,
digo versos ajenos, recapacito y muero
mientras la ciudad negra, llena de forasteros,
canta con odio y miedo crímenes y baladas.

 

 

Última reedición. El libro, en su integridad, se ha transcrito en el año 2009 por Seix Barral como parte I del libro «Francisco Umbral.
Obra poética (1981-2001). Edición de Miguel García Posada.

 


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