Ediciones Destino S.L. Barcelona, mayo 1982. Colección Áncora y Delfín. Volumen 564. Rústica tapa blanda con solapa. 315 páginas. 24 × 13 cm.
Cita. Las ciudades son hierro y charla lejana. René Char.
Recopilación.
Columnas publicadas en “El País” en 1980 y 1981 con negritas incluidas, un total de 149 divididas en tres bloques, «La movida»; «La pomada»; «El personal», en este abundan políticos del momento, de la derecha, mayormente. Tiene un interesante prólogo.
Prólogo
El artículo es el soneto del periodismo: quiero decir que tiene leyes y preceptivas tan rigurosas como el más exigente y definido género literario, y por eso hay tan pocos sonetistas buenos, aunque cualquier político elocuente, cualquier erudito docente y cualquier ensayista influyente se crea con derecho y capacidad de hacer un artículo, y de hecho los hagan y publiquen todos los días en la Prensa, para indiferencia del personal y cabreo de talleres y directores. Sonetistas vamos quedando pocos.
Tengo dicho y escrito que, para conseguir un buen artículo (ahora lo llamamos columna por influencia anglosajona), hay que sacrificar una noticia, un ensayo y un soneto. Si el artículo es sólo noticia, o la noticia —lo informativo— manda en el artículo, lo que tenemos es una crónica, una información más del periódico. El articulista, o lo que sea, no ha sido capaz de ese ejercicio antidorsiano (que D’Ors enunciaba inversamente, por vanidad) de descender la categoría al mercado de la anécdota. Se ha quedado perdido entre anécdotas. No tiene nada personal que decirnos sobre el asunto.
Si el artículo o columna desarrolla una sola idea, entonces se queda en un ensayo enano, en una filosofía jibarizada por el autor, que seguramente es un jíbaro incluso físicamente, en un monstruo periodístico muñido contra natura. Para desarrollar filosóficamente una idea por el procedimiento dialéctico (y no por el procedimiento sintético del artículo), hace falta un libro. Al que de tal manera se equivoca, le sale un artículo demasiado largo y un ensayo demasiado corto, enano, que no hará carrera ni siquiera en el circo, porque ya no hay circos.
Siendo el artículo tan soneto, tan pieza única, completa e irrepetible, el buen articulista ha de luchar contra el sonetismo, contra el lirismo (a veces, incluso, haciendo prosa lirica), para no caer en la estampa, el cuadro de costumbres, el cromo, porque el artículo tampoco es eso. ¿Qué rayos es el artículo, entonces?
El artículo es el solo de violín de la literatura entre la multitud topográfica del periódico …
No reeditado.
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