1986

Un Umbral maduro, un clásico, y tres libros intrascendentes. No siempre se acierta.

Ediciones El País. Madrid, marzo 1986. Colección En el País nº 15. Rústica tapa blanda con 214 páginas. 20 × 12 cm.

Recopilación.

El título lo cita en «Pio XII …,» “También tiene esto algo de Memorias de un hijo del siglo …” dice en alguna parte.

 

No son Memorias, son artículos publicados semanalmente en “El País” desde el 13 de mayo de 1985 hasta el 31 de marzo de 1986, un total de treinta y cinco; misceláneos, predomina el breve y erudito ensayo literario, también hay comentarios políticos, históricos y de la actualidad del momento, en los últimos narra viajes a ciudades europeas, Roma, Londres, Zurich, Amsterdam, Lisboa, «Los portugueses bostezan con la boca cerrada». Un poco de todo y un libro más.

 

 

LOS MODERNISTAS NO sabíamos si acababan de gustarnos o no. A los modernistas, mayormente, los conocíamos por los postmodernistas —Foxá, Dolores Catarinea y todo eso— y nos parecían unos antiguos y unas reinonas. Cuando Vicente Aleixandre me dijo por primera vez, que su iluminación literaria había sido Rubén, no entendí nada y me quedé como decepcionado y cabreado. Hasta Pedro Mata, el pornógrafo de oficina, hizo Modernismo, y a Tierno Galván le gustaba mucho y le ponía en forma. Lo dijo Ortega a la pregunta de Octavio Paz sobre su tardía vida sexual:

—Mire usted —contsestó magistralmente Ortega, en el bar de un hotel francés—, la erección es un pensamiento, y yo todavía tengo pensamientos.

Ahí dejaba nuestro maestro, perdido en el fragor frio de un bar, toda la teoría y praxis de la sexualidad que no ha sido superada.

Los modernistas, ya digo, no sabíamos si acababan de gustarnos o no. Rubén había estado en París como diplomático, meteco y oyente. Tenía un oído prodigioso incluso para los idiomas que no conocía. Mayormente los que no conocía. Se le quedaba la guturalidad, que es lo lírico de un idioma. Y la acentuación y la sintaxis (luego los estructuralistas nos han explicado que la poesía de un poema reside en algo tan sintáctico y escolar como la sintaxis). Victor Hugo, en sus momentos más cachondos, le pasa su música nueva a Baudelaire, que a su vez se la pasa a Verlaine/Rimbaud, y ya tenemos la modernité, el modern/style, el art/noveau, traducidos a Modernismo español y latinoché. Rubén, como digo, tenía un gran oído para los idiomas que ignoraba…

 

Última edición. Ediciones Idea S.L. Santa Cruz de Tenerife, octubre 2009.

 

 


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