1992

Tres libros: unas Memorias, un ensayo de historia y una novela. Destaca el ensayo.

Editorial Planeta S.A. Barcelona, octubre Tapa dura con sobrecubierta. 232 páginas. 20 × 13 cm.

Cita. De lo que se trata es de desacreditar la realidad. Salvador Dalí.

Novela.

 

La beautiful apuntada en Sinfonía borbónica de 1987 como parte de una fauna variada y crápula también tenía presencia en El Socialfelipismo, ahora esa beautiful protagoniza el libro en el Madrid terminal del adolfato que espera con inquietud y cocaína a la nueva derecha socialista.

Cada capítulo es un personaje, un beauty invitado a la cena de Petra Paula, duquesa de San Marcial, en el Palacio de San Marcial; el escritor perfila retratos de cada uno, destroza con cuidado a todos y a su pretendida mundanidad libertina que ni siquiera es frívola, tampoco elegante, pues resulta aburrida y absurda.

Un libro más, lo dicho, similar a Sinfonía borbónica aunque con unos crímenes y homicidios surrealistas que entretienen a la high.

En uno de los capítulos un jeque, Magdaleno Apostol, que no es jeque, o quizás otro de los personajes de los que acuden a la Embajada tercermundista de Aúrea en donde se reúnen los amigos y se habla de literatos, cuenta,

«El que menos me gustaba de todos era Umbral, el que me parecía más falso, siempre envolviendo mentiras y verdades en su prosa barroca, ruanesca, celiana, tremendista y sensitiva. Lo jodido es que el público lo leía. Y mucho. Los directores no son tontos y no tiran el dinero en pagar a un columnista ilegible.»

De nuevo Fe Segovia, que tras el fracaso de una noche más vuelve a encontrar en el salón de su casa a Teresa de Calcuta; de nuevo el marqués de Guadalaviar algo más vicioso, algo más de esplendoroso, su loro Perejil va de intelectual orteguiano; otra vez el hermafrodita Sandro, besado y deseado por las locas, aquí es Alicia Carroll, también muere de sobredosis y todos acuden al tanatorio de la emetreinta que ahí sigue.

Desacreditando la realidad. Buen libro. Disparatado.

 

Fe Segovia

Fe Segovia se pinta los ojos egipcios, la boca de mentira sobre la boca que no tiene, las mejillas de un rojo casi mate y el pelo de un negro sin brillo, profundo como el humo y alto como una diadema. Fe Segovia se fabrica una máscara indochina de lujo, sobre la máscara natural de su rostro, para la fiesta de esta noche en casa de Petra Paula, duquesa de San Marcial.

—¿Te gusta cómo me va quedando el nuevo maquillaje, Crescencito?

—Superideal.

—Lo recibí ayer de Londres.

—¿Y qué tal por Londres, Fe?

—No te lo aconsejo. A la familia real le ha dado por casarse con plebeyos y artesanas. Buckinham se viene abajo.

—Sería un desastre para todos nosotros.

—Y que lo digas, Crescencito. Crescencito, maricona con clase, niño andaluz sin dinero, hace monerías y fisgues en torno de Fe Segovia. Parece no comprender que las reales personas de Gran Bretaña tomen decisiones arriesgadas sin consultarle.

Fe Segovia le da mucho vuelo a la cena de esta noche en el palacio de Petra Paula, duquesa de San Marcial, pues que Fe Segovia se ha traído un gelstaltista inglés que va a hacer números y milagros en la fiesta. Fe Segovia, desde que las monjas le dijeran, allá en Segovia, que no tenía alma para pastorina, se dedica a esta segunda religión de la magia, los filtros, el gelstaltismo, la gente que tiene poderes y la gente con buenas o malas vibraciones.

—Te encantará conocer a míster Thomas, Crescencito. Es un bellezón de hombre y un tocado por la mano de lo sobrenatural.

—Me metes miedos y conjuros en el cuerpo, Fe, hija. Ahora, si el inglés es tan hombrón como dices…

Y Crescencito fuma antiguo en todos los espejos.

 

No reeditado


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