Editorial Planeta S.A. Barcelona, febrero 1997. Colección Documento. Rústica tapa blanda con 253 páginas. 21 × 13 cm.
Cita. Los españoles tornarán a Amberes. Eduardo Marquina.
Recopilación.
El 3 de marzo 1996 el PSOE pierde las elecciones tras gobernar catorce años, la diferencia con el PP fue escasa, un 1,6 % de votos que se tradujeron en 15 escaños, 156 para el PP y 141 PSOE; tras dos meses de negociación con los nacionalistas, el 6 de mayo, Aznar toma posesión como Presidente, en el gobierno, entre otros, estos ministros: Mariano Rajoy, Mayor Oreja, Esperanza Aguirre, Josep Piqué, Isabel Tocino. Buen nivel. Da igual, Umbral, desde el minuto uno no tiene piedad, sabemos su teoría, «el periodismo contra el gobierno siempre. El buen periodismo sólo se puede hacer contra el gobierno. Si eres del gobierno no se puede hacer periodismo.»
Precedidas de un Prólogo, un «Dramatis personae», un «Poemario breve» y un artículo titulado, «El complejo de la Derecha», el libro es la recopilación de setenta columnas publicadas en «El Mundo», «Los placeres y los días», entre marzo y diciembre de 1996, son la crónica de la derecha (no sólo la política) y su actuación pública y privada desde que llega al poder. Es muy crítico. Aparecen todos y de todo, Aznar, Don Manoliño, Trillo, El dominó, Los carguetes, El padel, El trajecito, El pan y el metro, El novio de Gema, El precio de Aznar, Tejero, Los funcionarios, El fletán, en ese plan.
Extenso y prescindible.
Prólogo
Hemos acuñado la palabra «derechona», periodísticamente, para aludir ala derecha reinante. Pero las derechas son muchas. ¿Qué queremos decir con derechona? Depende. Unas veces se trata de la extrema derecha, otras de la derecha bancaria o política o gobernante o ideológica o periodística. ¿Por qué ha hecho fortuna esta palabra? En principio, porque es eufónica y humorística. Los aumentativos suelen tener buena fortuna en nuestra lengua: cabrón, mamonazo, putón, mujerona, reinona, etc.
A la gente de derechas que hoy nos gobierna la llamamos derechona por una acumulación de razones de vario tipo. Toda palabra es un precipitado de signos y no una casualidad. El volumen físico del señor Fraga, fundador del partido, los puros de los banqueros que les patrocinan, y de los empresarios, la grandilocuencia de sus palabras patrióticas, la cuantía de sus fortunas personales o herencias, la eslora de sus automóviles, los visonazos y modelazos de sus mujeres, etc. Todo esto viene a darnos una idea abultada de lo que es la derecha en España y en todas partes. Un concepto que está pidiendo el aumentativo.
El señor Fraga es un político en aumentativo y siempre ha ocupado mucho espacio ideológico en la vida nacional. Fraga acumula la derecha franquista, la derecha histórica, la derecha de derechas, todas las derechas, quizá, menos la derecha católica, lo digo en su favor, y más ahora que es algo así como el obispo laico de Mondoñedo.
Del poder financiero, paleocapitalista, nacionalista, del Valle de los Caídos, grandioso y lóbrego en gris, de algunos generales y algunos medios le viene a nuestra derecha actual ese inevitable aumentativo de derechona. Fraga, tras la Santa Alianza, que se desarboló en las procelas de las primeras elecciones, transforma su Alianza Popular en PP y le pone una gaviota carroñera por encima, volando, porque la paloma de la Paz lleva el copy de Picasso.
Aunque los chicos del PP han sido más bien menudos, alfeñicados y ligeros, Verstrynge, Hernández Mancha, Aznar, lo cierto es que la amenaza sobre España de un poder histórico y difuso, concreto y eterno, se merece el hipocorístico de derechona. Las cúpulas de las iglesias, las naves de las catedrales, los grandes funerales, el acojone de un Te Deum en las Huelgas de Burgos, todo eso es lo que resume la palabra derechona. La derechona no es un invento mío ni de nadie, naturalmente, sino un precipitado histórico que explica bien a los dueños de España, pues tenemos el convencimiento de que España es muy española y que aquí los rojos, los laicos, los republicanos, los krausistas, los trotskistas, los hippies, los troscos, los anarcos y los moteros estamos de sobra, estamos de más y no es que tengamos que irnos a ningún sitio, sino que cualquier día nos dejan en el sitio.
No reeditado.
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