2002

Ediciones Irreverentes S.L. Madrid, septiembre 2002. Colección Rara Avis. Rústica tapa blan92 páginas. 21 × 15 cm.

Recopilación.

 

Umbral, setenta años, está de vuelta de todo, también de USA, de Bush y de Bin Laden.

Reflexiones acerca de Estados Unidos tras el atentado de las Torres Gemelas y del negocio de la «guerra estética» entre OrienteOccidente. Cuarenta y cuatro artículos ordenados cronológicamente publicados en “El Mundo” entre noviembre de 2000 y julio de 2002.

Prescindible, para tirar a la piscina o para que se lo coma alguna cabra.

 

La república bananera USA

El espectáculo mundial que están dando los Estados Unidos con sus elecciones supone, para la izquierda europea, un grave fallo de la democracia americana. Fidel Castro, el mejor escritor de su famosa revista Gramma, ha definido a USA como «república bananera». Perdona, Fidel, tío, pero no estoy de acuerdo. En cualquier república bananera se organiza mejor la corrupción, todo el mundo cuenta con ella y las elecciones salen. Apañadas, pero salen.

En Estados Unidos, la democracia ha sido más fuerte que los demócratas y se vuelve al rusticano procedimiento de contar votos a mano —en el país de la informática— porque el gentío quiere legalidad. Toda la resaca del deshonor americano, que para mí queda resumido en El honor de los Prizzi, está mareando las costas del Este y del Oeste. Por el interior del país vuelven a correr los búfalos en celo, y la gente se comunica las votaciones mediante hogueras cherokees. Estas elecciones catárticas ponen en pie el cadáver de Kennedy, del otro Kennedy, de Martin Lutero King, de los fontaneros del Watergate y de una abuela mormona de Mónica Lewinsky. Norteamérica es una mierda, pero eso ya lo sabíamos.

El camarada Fidel, en su isla, se fue a la playa el día de las elecciones, «por hacer como casi todos los americanos», con lo que aludía a la monstruosa abstención. Pero se equivoca Fidel, ya digo, definiendo a USA como «república bananera», porque en esas repúblicas se hacen mejor las cosas, un tapado es un tapado, un pucherazo es un pucherazo y un presidente títere es un presidente títere.

Todo el mundo lo sabe todo y las cosas van marchando. No es una democracia europea, pero es una democracia peculiar, asintomática, racial. Esta vez, los Estados Unidos han decidido probar la democracia/banana y les ha salido un pan como unas hostias. En la también magnífica novela Wall Street, el gran financiero le dice a su delfín:

—¿No pensarás que esto es una democracia?

Los padres americanos de la democracia no creen en ella, como muchos cardenales pontificios no creen en Dios. Precisamente al que está en el interior de la caseta no le puedes obligar a que crea en el títere. Pero los cubanitos y gusanitos del eterno bacilón de Miami están sacando a votar a los muertos, porque un muerto es el ciudadano más formal, mayormente con un gobernador hermano del candidato. En Florida es donde han montado el pollo, el cirio, pero ya toda América venía en procelas y los jueces siguen firmando sentencias para la silla eléctrica. Hermosa, grande y pistolera América, te ha llegado el momento de desenterrar el hacha atómica de guerra y asesinar de nuevo a Toro Sentado, mientras los tramperos de Arkansas y los caballos de Arizona tiemblan de deicidios.

América, América, la democracia más putrefaccionada y poderosa de la Tierra.

Desde el asesinato de Lincoln al suicidio de Marilyn, no has dejado de ser un tejido de irlandeses borrachos, italianos mañosos y negros zumbones. Todo eso vuelve ahora como un regüeldo del cielo. Atlántida equivocada, errata de Platón, América, eres una Lolita puteada.

 

No reeditado.


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