1973

Cuatro libros. Se percibía el final inmediato y natural del franquismo; se adoptan posturas contestarias frente al discurso habitual de una dictadura agotada consciente de su final y aparecen los progres, incluso con una cierta estética, Umbral, siempre en la actualidad, dedica un libro, una carta, a las progres, Carta abierta a una chica progre.

Los males sagrados, también de este año, es más, es la belleza del lirismo en una infancia y en una adolescencia no olvidada que tendrá punto y aparte en Retrato de un joven malvado en donde Umbral, ya escritor, hace memoria de sus comienzos. La infancia, la adolescencia y luego su día a día, su vida. Contarse y explicarse, serán las constantes de la literatura de Umbral que es la literatura del yo, pues no hay otra.

Ediciones Destino S.L. Barcelona, marzo 1973. Colección Áncora y Delfín n.º 427. Tapa dura con 284 páginas. 21 × 13 cm.

Dedicatoria: A Miguel Delibes

Cita: Miré los muros de la patria mía. Quevedo.

Recopilación.

 

No es un diario, aunque Umbral lo considera como diario colectivo de un país. Tercer libro de recopilación de artículos en catorce meses, aquí son 75 procedentes de Colpisa y publicados en diversos periódicos, Destino urgió al autor su entrega.

Diario de un snob será el título de sus columnas en El País, desde junio de 1976 hasta febrero de 1979.

El «snob» no es dandi, pero casi; el dandi —Umbral lo era— venía de atrás, de siempre, de Byron, de Larra; el «snob», era el dandi del momento, un dandi con menos estética, pero más rompedor, con inquietudes, enterado, a la última.

«Querido Miguel. A mí me proliferan los libros por todas partes, pues Vergés quiere sacarme ahora mis crónicas de Destino, en libro. Voy a titularlo Diario de un snob y eso le gustado mucho. Bueno, amor, recuerdos a la familia y que escribas mucho. Con un fuerte abrazo.»

«Querido Miguel. Vergés me ha animado a recoger una selección de las crónicas de Destino [la revista] en un volumen de Áncora y Delfín, y se lo estoy haciendo. Se me ha ocurrido dedicártelo a ti con esta sobria fórmula: «A Miguel Delibes». Te lo digo por si te parece mal. Espero que no. Lo voy a titular Diario de un snob, porque ya sabes que me gustan esta clase de títulos y creo que la cosa tiene algo de diario colectivo del país.»

«Querido Paco. La dedicatoria del Diario de un snob me conmueve. ¿Cómo iba a disgustarme? Lo que pienso —y muy de veras— es que no merezco tanta atención por tu parte. Gracias.»

 

Prólogo

No ya el diario íntimo, narcisista, atormentado de soledad y espejos, sino un diario abierto, informal, irregular, el que la vida nos va escribiendo cada día, el que se hace para afuera —el escritor de periódicos siempre escribe para afuera— y que, más que un testimonio personal, es un testimonio histórico, social, cotidiano, de la fugitividad que permanece y dura, quevedescamente.

Sacrificar la propia intimidad, las variadas poses de un diario personal, para ofrecer al lector de cada día una luz un poco más oculta de lo que pasa. Así, al cabo del tiempo, reunida tanta prosa, lo que queda no es el documento de un hombre, sino el fin de una época, y sólo por eso sirve. Si los diarios íntimos suelen escribirse para todo el mundo, este diario callejero periodístico, vuelto hacia el exterior, puede dar noticia privada, inversamente de quien la ha escrito, un español sufriente, corriente y moliente. El escritor de periódicos, que tiene que escribir todos los días de lo que pasa, no encuentra tiempo para contar lo que le pasa. Así su inmolación consiste en una clausura de le intimidad que, en compensación, puede evitarle masturbaciones literarias, hermetismos, criptolirismos y flato.

 

No reeditado.


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