Ediciones 99 S.A. Madrid 1973. Colección “Carta Abierta”. Rústica, tapa blanda. 124 páginas. 21 × 13 cm.
Dedicatoria: A Teresita Rodríguez que iba para progre y la embarazó un ultra.
Ensayo.
«Yo escribí una vez una carta abierta a una chica progre, libro que se vendió y se leyó bastante, quizás porque en el país había más progres de lo que yo creía, o porque se hicieron progres a partir de mi libro, nunca se sabe.»
Divagaciones del autor en una larga carta de breves párrafos a una presunta progre medio burguesa. Las abuelas, mamá, las tiitas, Concha Piquer, la hermana mayor, las monjitas, el cole, el sexto mandamiento, el uniforme azul o gris, la mística del colegio, los amigos, la noche, primera menstruación, el noviete, el sexo, La Bella Durmiente, Caperucita Roja, la universidad, su habitación, el espejo, otros novios, más novios, Ibiza, Proust, más Proust, los domingos, los hombres, las enfermedades, el alma. El libro cansa. Prescindible.
Querido Miguel. «Mi libro de la progre no es escandaloso ni enfadoso, ya lo verás cuando te llegue. Lo escribí en plena enfermedad del niño, yo solo en casa, y hay en el de todo el dolor del caso: al principio era solo un encargo, un libro para iniciar una colección y luego me salió doloroso por las circunstancias y porque lo mejor que le sale a uno, al fin y al cabo, son los encargos. Los Benet tienen ideas y los demás sólo tenemos encargos.»
«Querido Paco: recibí tu progre con cariñosa dedicatoria. Mil gracias. En efecto, el libro transciende tu dolor de esas fechas —especialmente la ramoniana y bella última parte—, lo que no es obstáculo para aquellos que viven acatando una moral rechacen tu tesis. Por mi parte estimo que esta «progre» no va mucho más allá del asunto de la jodienda, que diría el otro, un aspecto tan solo —y en mi opinión no el fundamental— del progresismo. Y estarás de acuerdo en que el progresismo sexual, aquí, en el país, no está lejos del tradicionalismo. A la progresista la embarazan y después se casa. La tradicional se casa primero y después la embarazan. Lo de hijos sí, maridos, no, se ha quedado en pura retórica publicitaria. Por lo que veo, todas, progres, y no progres, quieren un marido. De este enfoque unilateral, se resienten —en tu libro— las abuelas y las tías, que son quienes pagan el pato pese a que, a mi juicio, (ñoñería aparte), están llenas de buenas cualidades.»
TE miro en tu provincia de tedio y plateresco, aquel itinerario entre el colegio de las monjas y el cine de los sábados, paseos con el primer novio entre los álamos del río, y el beso que te dio, o su mano en tu pecho, cuando la naturaleza toda, el universo, el puente romano, o los ojos del agua miraban tu pecado original.
Así encarnaba la idea gaseosa tu impureza, así empezaba todo, “doce veces impura”, como te han llamado, muchacha, y desde los juegos infantiles, cuando el niño te ensuciaba de orines y arena, desde las páginas grandes y viriles del Antiguo Testamento, tú eras la suciedad, el pecado, el mal, la boca abierta a lo inmundo.
La idea de impureza flotaba sobre ti, era el so sombrío que te iluminaba, el jura de tu niñez, hasta que aquel día, a la orilla del agua, el primer beso, el primer novio, la primera caricia, la respuesta de tu cuerpo al suyo, te dieron la medida de la realidad de tu pecado milenario.
Última edición. Ediciones Irreverentes S.L., Madrid 2003.
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