1992

Tres libros: unas Memorias, un ensayo de historia y una novela. Destaca el ensayo.

Editorial Planeta A., Barcelona, diciembre 1992. Colección Espejo de España n.º 151. Rústica tapa blanda con solapa. 384 páginas. 23 × 15,5 cm.

Ensayo.

 

La colección Espejo de España publicó entre 1973 y 1995 un total de 178 títulos, ahí acudieron todos, historiadores, políticos, hispanistas, intetectuales, literatos, todos y

de todas tendencias, franquistas incluidos. la colección transmite, lejos de la que pretende ser la única, una idea plural de «Memoria Histórica», Umbral, no iba a ser menos, ahí se apunta —o le apuntan— y nos regala un buen libro, una crónica de su amado siglo xx que comienza en el año 1900 con Picasso y concluye en 1975 con la coronación de Juan Carlos I.

Umbral no se complica, con agilidad va paso a paso, cada capítulo, siempre breve y repleto de fotografías, es un año pues, «cada año tiene su esencia, su personaje, su perfume». El libro, su crónica —en la que predomina la de la Literatura—, está escrito desde su estilo propio que en este caso son frases cortas, retratos rápidos, precisos fogonazos que van más allá de la que conocemos o esperamos, transmiten ideas y provocan reflexiones.

Buen libro, distinto, aunque trabajado, pasó desapercibido.

 

1902

Con el 98, en realidad, nace el siglo xx en España. Lo suyo es un movimiento más romántico que político, más español que españolista. Unamuno, Azorín, Machado, Valle-Inclán, Baroja, toman conciencia de España, redescubren España. Tras el Desastre militar y colonial de ese año, las mejores cabezas del país, o sea los arriba citados y otros, deciden que España, liberada de andrajos colonialistas, se encuentre a sí misma, limpia y neta, y resuelva sus problemas, que son muchos. En ellos se inicia el planteamiento de «España como problema», que tanto se ha plagiado, hasta Laín Entralgo y posteriores.

1927

Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, García Lorca, Alberti, Guillén y Salinas, Cernuda, Domenchina, Bacarisse, Bello, Altolaguirre, Emilio Prados, Ernerstina de Champourcin etc., integran esta «edad de plata», como diría José Carlos Mainer. La antología de Gerardo Diego, anticipatoria e intuitiva, perfila y fija los límites generacionales y estéticos de este gran grupo, cuyo patrón es Góngora. Naturalmente hay disidencias de la ortodoxia del 27 (disidencias que la revitalizan, claro, como los mutantes) en el surrealismo de Aleixandre, el realismo de Dámaso, el clasicismo ocasional de Gerardo, el populismo de Alberti y Lorca, etc. Es una generación de hombres, como la del 98 (por entonces las mujeres pintaban poco), y precisamente por eso hemos citado a Ernestina de Champourcin (también habría que incluir al comunista Juan Rejano), y ahora añadimos a María Zambrano, la pensadora lírica del momento, y a Bergamín que siempre quiso ser

«veintisiete», pero resulta más bien un noventayochista tardío y concretamente un Unamuniano. Concha Piquer triunfa tanto en Madrid como en Nueva York. En nuestra postguerra, años cuarenta/cincuenta, llegaría a ser la musa de la 1902 calle con Tatuaje, No te mires en el río, etc. Es una de esas artistas, después de Meller, capaces de perfumar toda una época.

1938

Ramón Franco, el hermano golfo y republicano del general, es ganado por este para loa Causa. Se convierte en el héroe popular de los nacionales y se mata en uno de sus vuelos tan espectaculares como innecesarios. Se van los brigadistas internacionales, raleados e inútiles, románticos y fuera de lugar. Entre ellos destaca Orwell, el más idealista y el menos práctico. Con esta tropa de poetas y prosistas no se gana una guerra. Algunos escribieron luego cosas sobre España que estaban bien. Otros ni eso. Yagüe queda como el héroe del Ebro. Madrid vive su vida de teatros y cafés, invencible, irreductible, castillo famoso, y todo sin perder la sonrisa. Mientras Franco bombardea, los vivos juegan al dominó con los muertos. Suelen ganar los muertos.

1953

España ingresa en la Unesco, que es como entrar en la ONU por la puerta de servicio. Lo primero que le exige la Unesco a Franco es cerrar las casa de lenocinio, por las que el Gobierno cobraba un impuesto, como si se tratase de una zapatería. El Gobierno que paga un sueldo a los obispos, cobra un impuesto a las meretrices. La situación era divertida, pero la Unesco nunca tuvo sentido del humor. Franco puso a todas las putas a fregar la Renfe. El control de las enfermedades venéreas, que antes era bastante completo, se pierde absolutamente con las respetuosas ejerciendo su oficio por la calle. La Unesco consigue así, llenar de blenorragia la España nacionalcatólica. Una vez le preguntaron a Dalí por la cosa más necia del mundo:

—La Unesco—, dijo el genio.

1975

Juan Carlos I, Rey de los españoles. Las Cortes se visten de paisano para el juramento del Rey. Su discurso de la Corona está lleno de promesas que luego serían realidades. Asimismo el discurso de Tarancón. La Iglesia está con la monarquía democrática. Ahora sí que en España empieza a amanecer. La Reina doña Sofía va de rojo y sonrisa. Los Reyes son aclamados en el Palacio de Oriente. Por fin la gente joven en los viejos balcones. Y lo dejamos aquí porque el presente ha comenzado. Lo que resta es actualidad., larga y feliz actualidad. Todavía un municipal de Cáceres retira de un escaparate la Maja desnuda de Goya, por pornográfica. Es el último gesto, esperpéntico, del pasado.

 

No reeditado.


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