1991

La democracia detenida. Ediciones B S.A. Serie Reporter. Barcelona, noviembre 1991. Rústica tapa blanda con 285 páginas. 21,5 × 14,5 cm.

Citas. Sólo hay tres seres respetables: el sacerdote, el guerrero y el poeta. Saber, matar y crear. Baudelaire.

El orden social es actualmente un orden estadístico. Baudrillard.

Ensayo. Crónica política.

 

Más allá de la Literatura y el sexo, la política es la tercera pasión del escritor. Son diez capítulos, numerados, pero no titulados, cada uno tiene cuatro entradas, en este caso tituladas, el último tiene cinco.

El libro, del que habrá una segunda entrega, tiene su razón en el precipitado fin del escritor en “El País”, en el lejano 1988 y en la derrota para ocupar el sillón “F” de la Real Academia en 1990. No es un ajuste de cuentas, tampoco un, «os vais a enterar», pero la enemistad hacia lo injusto, hacia el poder, existe y Umbral la manifiesta.

El 28 de octubre de 1982, con una participación y una mayoría histórica, diez millones de votos, el PSOE ganaba las elecciones. Han transcurrido diecisiete años desde Suresnes 1974 y nueve desde esa victoria y desde la foto del Palace, es momento de hacer balance de la gestión del cambio político con el que concluía la Santa Transición. Umbral, posicionado en una izquierda crítica y con criterio, lo hace y traslada su visión personal.

El escritor más reconocido, el más leído, el más odiado, no es uno más, ni en la literatura ni en la calle, su opinión, inteligente y fundamentada, también atractiva, tiene el valor que le otorga el triunfo.

Umbral lo explica, «estoy haciendo un libro (que quisiera honesto y duradero) sobre la figura política más singular en España desde la Guerra Civil». En definitiva, un libro sobre Felipe González (FG) como hombre de estado, como gran hombre de estado, lo que se esperaba, lo que resultó, OTAN SÍ, y lo que estaba resultando, pues el libro, abierto, se escribe desde la inmediatez del día a día.

Lo que Umbral esperaba era otra cosa, lo dice desde el Atrio, «De modo que este libro es un análisis apasionado y crítico de la realidad y el presente, de la deflagración múltiple mediante la cual un partido de izquierdas tiene la oportunidad de hacer la revolución democrática y, en lugar de eso, revende España a sus eternos dueños, la derechona, y aquí no ha pasado nada».

Ante la decepción de un socialismo que ha renunciado a sus siglas se advierte un Umbral activo que ve una sociedad y una España mediocre y obediente impresionada por una nauseabunda televisión y los Acontecimientos (con mayúscula).

El escritor concibe «el socialfelipismo» (sustantivo suyo), o el «heredofranquismo», que viene a ser lo mismo, como un socialismo de calle y de clases medias, como un aglomerado de fe socialista, continuismo (continuismo de Franco) y personalismo: han extraído a Felipe de cualquier ideología, haciendo de él «el hombre providencial» que siempre ha salvado a España, bajo sucesivas encarnaciones, «que no tiene otro valor que la inercial adhesión de las masas al hombre consagrado por el poder. El pueblo hace dejación de la democracia, que es discernimiento, y reposa en la imagen del líder, como el propio líder, bien sea Rey o Roque. Esto se produce, se ha producido siempre, porque al pueblo no se le ha dado educación política, porque la democracia no ha pregnado profundamente todo el espesor humano, y los políticos, (incluso los demócratas, claro) se ocupan de que así sea».

«Cuando en nuestro nivel medio principia a haber estabilidad, que es lo que la gente quiere, darse largos baños de cotidianidad, cuando, como dijo el poeta “andan días iguales persiguiéndose”, y todo eso lo preside en lo alto, Aldebarán de todos los sueños de mediocridad, un hombre cuya palabra suena esdrújula de bondad, ya que no de verdad, entonces es inevitable el simbolismo pueblo/jefe, que los fascismos llevan al delirio, pero que no inventa».

Reflexiones duras que muchos no le perdonaron entonces, ni le perdonan ahora.

El olvido de la revolución pendiente y la democracia detenida se asienta en lo de siempre, beutiful people por todos los lados, amor y lujo, dinero negro, champán y mujeres, Umbral, valiéndose de su estilo, los tritura.

 

 

MORISCO del Hondo Sur, por su madre, cortisonado y retórico, Felipe González se me presenta hoy, en uno de tantos encuentros madrileños, periodísticos, como un viejo muchacho, adolescente apócrifo y cansado, con siete años menos que yo, ropa italiana elegida por su mujer, Carmen Romero (ay cuando la esposa ya só lo se queda para la guardarropía, para la prendería deserotizada del matrimonio), cenceño, irónico y mayormente cínico.

Es una rueda de Prensa cualquiera. Le ha extrañado verme en la sala, por que sin duda sabe que ya no me dedico a la infantería periodística. Parece como que de sea se alguna pregunta mía (y es to me ha recordado los tiempos de Suárez, que también me incitaba a preguntarle), pero yo he ido de oyente, que diría Guerra, y sobre todo de mirante, de observador, de voyeur del Poder.

OTAN, terrorismo, paro, competitividad, salarios, corrupción, las preguntas ruedan, tediosas y repetidas, raramente pugnaces, en la rueda de prensa. Una cosa tengo que decir: que de cualquier rutinaria rueda de Prensa, con los periodistas cansados y desesperanzados, Felipe hace una obra de arte neo/neo/mudéjar (también hay un neo mudéjar verbal), elevando la anécdota a categoría, sin haber leído a d’Ors, y da una lección de lo que sea. Esto es algo que nunca le han agradecido sus enemigos ni si quiera sus amigos: Felipe González se ha esforzado por elevar de tono el diálogo nacional, pese a su rudimentaria cultura, y cuando él habla parece que algo se clarifica. Seguramente está diciendo mentiras, pero uno, como intelectual viciado y vicioso, prefiere una mentira inteligente a una verdad mostrenca.

El pueblo, intuitivamente, se conoce que siente lo mismo, porque le vota y le vota. Este Felipe habitual de una rueda de Prensa habitual, rutinaria, monótona, gris e incluso marengo, me sirve como punto de partida para todo un libro sobre el socialfelipismo (fenómeno que se explicará más tarde) y la democracia detenida.

 

No reeditado.

 


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